Los miedos y esperanzas de una madre en Kenia

En los campamentos de refugiados de Somalia. La lluvia sería un gran alivio para Ibdio. Su vida ha sido difícil, incluso antes de esta emergencia nutricional en el cuerno de África. Tuvo su primer hijo con 11 años. Ahora es madre soltera de 25 años y tiene 3 hijos, el mayor, Faisal, de 14 años.

Ibdio y su familia llegaron a Dadaab hace unos diez días, y como todas las otras 1300 personas, tenía que buscar un alojamiento en el campamento de Dagahaley. Los tres campamentos de Dadaab estuvieron pensados para alojar a 90000. Actualmente hay 400000 personas desplazadas alojadas aquí.

La familia de Ibdio dejó Dinsor, una región devastada por la guerra, el hambre y el miedo. Su historia es similar a la de muchos de los otros refugiados.

Ibdio y su familia tardaron 15 días en llegar. Fue un viaje duro y peligroso.

"Salimos con esperanzas. La esperanza es lo que nos dio fuerza para seguir... pero ahora que estamos aquí, no sabemos que hacer. No hay nada para nosotros."

Su marido les abandonó una semana antes de partir. Huyó con las últimas vacas que seguían con vida.

"Perdió la cabeza debido a la sequía, que estaba matando a todos nuestros animales."

Ibdio partió con su madre y sus tres hijos. Viajaron los primeros 120 kilómetros en coche. Cuando se estropeó, continuaron a pie durante cinco días. En el camino vio como otras familias enterraban a sus hijos y padres, lo cual hizo que la joven andara con el miedo de perder a los suyos. Un camión les llevó a Dhobley, ciudad fronteriza con Kenia, después tuvieron que dejar sus pertenencias. Ahora no poseen nada.

La familia sobrevive hoy con los alimentos proporcionados por las agencias y ONGs.

"Todavía tiramos con lo que nos dieron: un poco de maíz, aceite y harina de trigo. Pero ya casi se ha terminado. Las noches son aterradoras. Estamos expuestos a la gente mala que ronda por las noches y a animales salvajes."