miércoles, 3 de agosto de 2011

El caso de Aden y Abdile. Un padre y un hijo que han huido de Somalia por la devastadora sequía.

Abdile, junto a su mujer y sus cuatro hijos y la abuela, han tenido que abandonar su hogar de Somalia para buscar agua y alimento. La sequía había acabado con sus cultivos y con su ganado. Durante 25 días de viaje, su mujer murió por hambre, mientras él se vio forzado a continuar el viaje, a veces teniendo que cargar con todos sus hijos a la espalda.

"No teníamos otra opción que continuar. Teníamos que seguir para sobrevivir."

Aden, su hijo de tres años, estaba cada vez más desnutrido ya que sus medios de subsistencia estaban acabando. Para cuando la familia llegó a Dadaab, un campo de refugiados en Kenia, Aden no tenía fuerzas para levantar sus brazos o la cabeza o para tragar. Estaba a punto de morir. Su pequeño cuerpo de 5 kilos no podía más. Los médicos de un hospital cercano temían por su vida.
Tras dos semanas Aden todavía sigue vivo. Estaba mejorando día tras día. Ya ha aumentado 6,5 kilos y puede comer sólido. Sus músculos aún están muy débiles, pero ya puede levantarse con ayuda algunos segundos.
La mejora de Aden, aunque es lenta, es producto de la gran atención que prestan los miembros de hospital de Hagadera y la alimentación terapéutica suministrada por UNICEF.
Su padre no se separa de él, dicen que desde que lo ingresaron Abdile sigue ahí. Todos los días la situación es la misma. Abdile está al lado de su hijo mientras que la abuela cuida de los otros tres niños.

"Ahora más que nunca es importante que nuestra familia permanezca unida. Mi hijo está mejorando cada día, y ahora sé que sobrevivirá."

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