La mañana del 26 de marzo de 2009, su padre, Ricardo Alanis, la dejó, como todos los días en la Universidad Autónoma de Ciudad Juarez. Mónica, al salir de clase, le dijo a sus padres que iba a casa de una amiga y les dio un número de teléfono. Su familia llamó y llamó, pero siempre salía una señora que decía no tener ninguna hija y que no conocía a ninguna Mónica. Actualmente, ni su padre Ricardo, ni su madre Olga saben algo de la joven. La incertidumbre no les deja dormir. Olga tuvo que medicarse durante meses para poder conciliar el sueño. Aún así la desesperación la despierta a mitad de la noche preguntándose por su hija. Quiere pensar que Mónica se encuentra bien en algún lado, pero no descarta que le haya podido pasar algo malo. Aún no se ha resuelto nada. Olga busca la tranquilidad en su fe y en el Comité de Madres Desaparecidas, donde otras mujeres como ella han perdido a sus hijas.
"Es horrible no saber que ha pasado con tu hija. Y las autoridades no hacen nada."
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