"Me temo que estaremos aquí por mucho tiempo" dice Rahima, de 35 años. Ahora yace en una cárcel de Kabul con sus hijos. Fue apresada porque se negó a casarse con su cuñado tras la muerte de su marido, rechazando así la tradición afgana. Huyó de su casa y su cuñado mismo la denunció. "Muchas mujeres huyen de sus casas con sus maridos, y, eso, para la ley islámica, es un gran delito" dice uno de los guardias. "Me entristece verlas aquí. Aunque han cometido delitos. Deberían haber tenido matrimonios verdaderos, no por amor" dice. En Kabul las mujeres usan burka y hasta tienen que pedir permiso a sus maridos para poder ir al médico. Fuera de Kabul, aún sufren más.
